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El nacimiento de un hijo deseado es momento de celebración y fiesta.
Para la mayoría de las familias un embarazo normal es motivo de expectación y cambio. Cuando un gestación acaba prematuramente estas expectativas se quiebran bruscamente. En estos casos los padres y las familias reaccionan de
forma muy diversa, influenciada por: la historia de pérdidas de hijos con
anterioridad, la significación de ese hijo, traumas emocionales previos,
modelo de familia, edad de los padres y situación socioeconómica familiar.
Ante el nacimiento de un hijo prematuro los progenitores tienen que
afrontar los siguientes problemas:
a) la separación que comporta la hospitalización;
b) la estancia en la Unidad de Cuidados Neonatales;
c) el proceso de alta.
Estas situaciones son “crisis” que alteran el equilibrio psicológico. En
estos momentos los profesionales pueden proporcionarles la información
y ayuda emocional para facilitar el proceso de adaptación, reinstaurar el
equilibrio y recibir al niño con éxito en la familia.
Durante la hospitalización se procurará que la separación entre padres e
hijos sea la menor posible. Se facilitará la entrada a las unidades y se
potenciará la comunicación telefónica entre el personal sanitario y los
padres. Por otro lado, mientras dure el ingreso los profesionales les proporcionarán información realista y veraz sobre la situación de sus hijos guardando el mayor grado de privacidad. Igualmente los Servicios de Neonatología dispondrán de zonas de estar confortables y de los suficientes espacios para que los padres participen en los cuidados de sus hijos (baño, alimentación, estimulación...)...